En la unidad original del ser primero, está contenida la causa secundaria de todos lor seres, así como el germen de su inevitable destrucción

Edgar Allan Poe



domingo, 2 de noviembre de 2008

Muerte en la tarde


“Todo arte está hecho exclusivamente por el individuo; el individuo es todo lo que el hombre posee y todas las escuelas sirven solamente para incluir a sus discípulos en el número de los fracasados. El individuo, el gran artista, cuando aparece, emplea todo lo que han descubierto los otros o lo que se ha llegado a saber en los dominios de su arte hasta que aparece él. Es capaz de aceptar o rechazar un sinnúmero de cosas en un lapso de tiempo tan corto, que parece que su conocimiento ha nacido con él y no hace más que tomar instantáneamente lo que un hombre ordinario necesitaría toda una vida para aprender. El gran artista va entonces más allá de lo que ha sido hecho o conocido hasta entonces, y hace su propia obra. Pero entre unas y otras de estas grandes individualidades transcurre mucho tiempo, y quienes han conocido los grandes artistas de otras épocas reconocen raramente a los nuevos cuando llegan. Quieren que todo sea como antes, como ellos lo recuerdan. Son los otros, los contemporáneos, los que reconocen primero a las grandes personalidades nuevas por su disposición para saberlo todo tan rápidamente, y, al fin, los que viven del recuerdo del pasado lo reconocen también. A éstos es preciso excusarlos por no haberlos reconocido inmediatamente; porque en los periodos de espera han visto tantos grandes falsarios, que se han hechos prudentes hasta el extremo de no creer ya más que en sus propios sentimientos. Confían sólo en su memoria. Y la memoria, por supuesto, nunca es verdadera”

Extracto de la novela de Ernest Hemingway: Muerte en la tarde.

Desintegración de la persistencia de la memoria(1952-1954)
Salvador Dalí


El arte es efímero (y me refiero a todo arte, y cuando digo: todo, es todo), y además, es como cambiarse de ropa interior (calzoncillos, boxers, bragas, etc), la cambiamos cada día con el fin de evitar molestias (humedad, sudoración, mal olor…ladillas!), o en el peor de los casos, nos acostumbramos a ello, y hacemos el peor de los usos. Un día estamos en el arte pictórico renacentista, otro en la vanguardia, otro en el pop art, otro en la literatura decimonónica europea, latinoamericana, norteamericana, etc; y hasta los extremos de llegar a la tragedia griega, o peor aún, de rendir tributo a la tradición filosófica. Incluso, parece irónico tomar un fragmento de una novela de 1932. Hay que admitirlo, somos exhumadores de tumbas.

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