En la unidad original del ser primero, está contenida la causa secundaria de todos lor seres, así como el germen de su inevitable destrucción

Edgar Allan Poe



miércoles, 30 de julio de 2008

Risa y Vacuidad en "Stranger than Paradise"




“Ser en el mundo”… tan complejo y satírico. Personajes absortos y sencillos, diálogos sinceros y ecuánimes, aventura inesperada y solución final salpicada de banalidad. Todo esto conjurado para dar como resultado un film lúgubre en el que la risa y la vacuidad son una constante.


Por qué Willie nunca llevo a Eva al hipódromo? Flatulencia?

martes, 22 de julio de 2008

miércoles, 16 de julio de 2008

Lección sobre el objeto

Lección sobre el objeto

Charles Bukovski

Siempre es mejor, por supuesto,
encajarlo justo debajo
del corazón.

No intentes golpear
al toro en el ojo.

Cuando busques hacer daño
apunta a un blanco grande
y golpea varias veces.

El que se detiene
no es más que un necio.

Recuerdo una conversación
con un leproso
que sugería usar
garfios y poleas.

No, no es así.

Estaba muy amargado.

Es mejor ir directo al ojo,
destrozar la córnea,
cegarlo,
y después estrangularlo con una cuerda.

Mi madre sugería un viejo gorro de baño
metido hasta la garganta.

No, no es así.

Asegúrate. se inteligente.

Dile que busque las estrellas
y se matará en la escalada.

Háblale de Chatterton, de Villon.

Sugiérele cosas.
No te apresures.
Él lo hará por su cuenta.

No hay prisa. El tiempo no significa nada
para ti.

Godzilla, king of the monster


El triunfo de la muerte


El triunfo de la muerte - Bruegel (1562)


Los cobardes...los valientes...los bufones...los apasionados...los pobres...los soberanos...los creyentes...las bellas...oirán próximamente el cabalgar de las hordas que vienen del horizonte...no podrán con ella, tendrán que redimirse...pero al final...harán parte de su majestuosa belleza, al igual, que de su formidable fuerza.

martes, 8 de julio de 2008

La inteligencia detrás del engaño humano.



Voy a intentar especular, es muy fácil para mi, pero aquí voy a tener la osadía de escribir sobre un tema al que no le tengo mucho afecto: La robótica; sin embargo, éste no es el fin, sino escrutar cosas tan adversas que nos enceguecen en el papel de humanos.

Se me viene a la cabeza el track final del álbum Los Demenciales Chicos Acelerados de Eskorbuto –a mi parecer, no fueron demasiado malos- que dice así: “Obras maestras se han hecho…sí, es bien cierto, el hombre ha hecho cosas bellas…pero no hay el suficiente cerebro…para asimilar lo que ya existe...”. Ese piano tiene un ritmo demencial. Sí, es bien cierto, pero, dentro de esa falta de cerebro, nos vanagloriamos de nuestras creaciones empujándolas hacía un pedestal. El caso de la robótica es evidente, pues hace creer que dentro de su carrera vertiginosa todavía nos quedo el frío de la Guerra, y claro, en esto derrochamos nuestra grandiosidad, es por eso que el ingenio del Hombre por crear cosas enigmáticas termina creando cosas demasiado absurdas, que de cierta manera, intentan parecerse a él –y logran parecerse, hasta el punto de no encontrar diferencia-; además, estas creaciones desmesuradas son hostiles, pues hacen que el hombre busque salidas deplorables a su afán de saber o conocer, y que, en consecuencia, termina enarbolando la bandera de la Ciencia que es excesivamente inmoral, provocando por último, la inmolación en el infierno de Dante.

Aquí no voy a profundizar sobre la robótica o su recién parida: la inteligencia artificial (i.a), sino mas bien –especulando- pondré un caso, que a mi parecer fueron los primeros pasos de ésta, y que es el caso de los autómatas.

Para cerrar mi ciclo de recuerdos pondré un diálogo de una obra cinematográfica que dice poco pero advierte mucho, sobre todo para los fines de este escrito:

(Solaris de Andrei Tarkovski. Escena de la Biblioteca)

Sartorius: “¡que estupendo! Pero, ¿quizás me dejen hablar? ¡Propongo brindar por Snawt, por su valor y por su fidelidad al deber!

(Sartorius alza su copa y brinda)

: ¡Por la Ciencia y por Snawt!

Snawt: ¿la Ciencia? ¡Es una necedad!
(…)
¡En esta situación, son impotentes la mediocridad y la genialidad!...En realidad, no queremos conquistar ningún Cosmos. Queremos ampliar la Tierra hasta sus confines. No necesitamos otros mundos. Queremos un espejo. Buscamos un contacto, pero nunca lo encontraremos. Estamos en la necia situación del hombre que busca la cadena que teme y no necesita. ¡Al ser humano le hace falta otro ser humano!”.

Convendría hablar o explicar, más o menos, lo que son los autómatas. Para no ir tan lejos mi diccionario dice lo siguiente: “máquina que imita los movimientos de un ser animado; instrumento que tiene dentro de él un mecanismo que le imprime ciertos movimientos”. Con esta definición bastaría para hacerse la idea vaga de qué son los autómatas; pues bien, estas máquinas, para sorprendernos, datan del siglo XVIII en Europa, y su genialidad y asombro proviene de los espectáculos que se hacían en público, pues causaban incertidumbre acerca del modus operandi de éstas. En un escrito de Edgar Allan Poe dice acerca de esto, lo siguiente: “nada ha sido escrito sobre este tema que pueda considerarse decisivo y, en consecuencia, encontramos en todas partes hombres de genio mecánico, agudeza general y un entendimiento discriminatorio, que no tienen escrúpulos en declarar que el autómata es una simple máquina, desconectada de toda acción humana en sus movimientos y, en consecuencia, más allá de cualquier comparación, la más asombrosa invención de la humanidad”
[1].

Un caso preciso, y que provoco gran conmoción, fue un autómata que jugaba ajedrez, inventado en 1769 y que con posterioridad pasaría a manos de un señor llamado Maelzel. Ahora entonces, imaginemos una máquina compuesta por piezas de metal, engranajes, poleas, etc, jugando ajedrez; lo que era sorprendente y enigmático es cómo lograba sostener una partida de ajedrez independientemente si ganaba o no. La implicación que tiene jugar ajedrez se debe a que no podría existir un mecanismo que determinara o previera un movimiento de una pieza en un momento dado, existen n posibilidades de jugar una partida, además, un jugador de ajedrez, de cierta manera, tiene que imaginar los movimientos del contrincante y adivinar su estrategia, y al parecer este autómata lo lograba. Millones de preguntas surgían alrededor de éste.


Sin embargo, al parecer, termino siendo una gran farsa; su propietario, al presentar el autómata al público, ejecutaba una serie de procesos que se repetían y siempre de la misma manera, lo cual lo hacía sospechoso, es por esto que se empezó a indagar. Justamente, y hasta el mismo Edgar Allan Poe participo, y de manera intuitiva, terminaron conclusiones de que el tamaño del autómata era propicio para que dentro de él existiera un hombre jugando la partida, aunque, intuyendo, se era dificultoso moverse dentro de la máquina, pero era la respuesta más creíble acerca de los enigmas del jugador de ajedrez de Maelzel.

Y aquí ocurre el cambio repentino; toda creación –incluso, acto- que tenga la presunción de parecer noble a los ojos ajenos, son simple y llanamente, en su mayoría, una falsedad. Si se buscan ejemplos de lo que escribo, no los voy a mencionar, pues existen una gama de posibilidades, y que más que con el anterior, que es un ejemplo sencillo, y bien remoto, de que no ha cambiado el arribismo y el engaño humano; sin embargo, además, surge la pregunta de que si a esto se le puede llamar progreso. Ahora dictamino la sentencia para aquellos que son creyentes: roguémosle tiempo a los verdugos y hagámosle saber que la sangre que se va a derramar no tendrá fin, y que con los cuerpos decapitados podrán construir una Muralla China para defenderse de las reminiscencias del hombre, o de lo que quede de él; pues que más da…somos los reos…no los hagamos esperar.







[1] Costa, Margarita. Edgar Allan Poe, ensayos. Cáp.: El jugador de ajedrez de Maelzel. Págs. 169. Ed: Claridad. Buenos Aires.2006