En la unidad original del ser primero, está contenida la causa secundaria de todos lor seres, así como el germen de su inevitable destrucción

Edgar Allan Poe



miércoles, 13 de agosto de 2008

Letanía solemne y belleza oblicua




Efervescencia y desquicio…enseguida la inmunda rabia, “esa” que quiere gritar, “esa” que quiere destruir todo, “esa”…que me recuerda la magnitud con que me repudio. Me recuerda y afirma mucho más ese afán de soledad, inevitable pero acogedora. Ahora el pez debe retorcerse en el agua. A la calle.

La rabia continua, mucho más desenfrenada; cualquier contacto con algún desconocido me repugna, cualquier indicio de palabras me fastidia…la pierna derecha empieza a alterarse, en mi mano se ven voluptuosos los nudillos, quiero probarlos con alguien…llego a mi destino…continuo mirando mal; mi acompañante llega…ahora, a una funeraria.

Increíblemente la rabia desapareció…un mar de letanías a alguien desconocido retumban en mi mente, me ahogaron, me ahogue…quede como un ser apacible y solemne…sollozos por un lado, llanto por el otro…rostros bañados de esa debilidad humana…ojos a punto de estallar…la “experiencia” acariciaba y regocijaba el dolor de la puerilidad…un suspiro entra en mi pecho y me recuerda el “fin” y la “absolución”…la “nada”,

Un ataúd abandonado…un cadáver silencioso…la vejez se canso de aguantar; observe a aquel cuerpo con ínfulas de soberanía…inútil! Es mejor estar allá adentro que aquí afuera. El rostro de la viejecita era tenso y afligido, sus labios comprimidos revelaban que no habrían más palabras para enarbolar, sus manos arrugadas y cansadas demostraban lo tedioso que le costo vivir, sus ojos…no querían ver más…le doy la espalda…me marcho vacío.

Sólo un rostro me llamo la atención; una tez blanca, mejillas rojas, labios…que aún no describo, un largo cabello hasta la cintura que podría enmarañarlo a uno enteramente, cuerpo uniforme y la grandísima finitud…ahora…otro rostro, angelical y pueril, sus ojos no se alzaron, la timidez en su máxima expresión…pienso…recuerdo alguna vez haberla visto, nunca olvido un rostro.