En la unidad original del ser primero, está contenida la causa secundaria de todos lor seres, así como el germen de su inevitable destrucción

Edgar Allan Poe



lunes, 19 de enero de 2009

Los escrúpulos de un escritor morboso



La contraportada de mi libro dice: “En la obra de Edgar Allan Poe, poeta de la muerte y la disolución, Eureka representa, con su conmovedora ingenuidad filosófica, el anhelo de una optimista concepción de la vida”. Así se atribuye al libro majestuoso que escribió Edgar Allan Poe. No se puede negar que Poe sea un poeta de la muerte y de la disolución, pero mi inconformidad radica en por qué se puede creer – o afirmar en el peor de los casos- que su mentalidad y su poder creativo está fundado en una ingenuidad filosófica; a caso lo que escribió Poe está fuera de los estribos o de toda conciencia precoz? No sé, en todo caso pretendo refutar el calificativo que se le atribuye: ingenuidad filosófica, pues es todo lo contrario. Tiene las suficientes capacidades para fundar, en la historia de la filosofía, un tipo de pensamiento al que se le puede adherir atributos argumentativos de tipo especulativo, pues sus fundamentos no están basados o construidos en las formas de pensamiento racional o lógico. Así mismo, se demuestra, a través de su narración, metáforas liberadoras que lo llevan a la imaginación extrema, además, del ingenio desbordante de su mente creadora.

Conocí hace poco a un escritor Español – de no haber sido por él, no habría podido argumentar mis intenciones- en la que habla y propone un proyecto de revisión semántica en nuestro lenguaje. Para este autor, José Antonio Marina, el aprendizaje y la perpetuación de un lenguaje se debe a dos cosas: primero, en la construcción semántica del infante, proporcionada por la tradición, en este caso sus educadores o las personas con que interactúa; y segundo, por la utilización de dicho lenguaje sin reconocer su semántica lo que implica un uso del lenguaje al que no conocemos con precisión. Este hecho, aparece, no por que seamos conscientes de ello, sino porque en nuestra mente habita un inconsciente lingüístico que impide hacer un buen uso (del lenguaje) o peor, que sepamos que los usamos con eficacia para describir lo que vemos. Un engaño semántico en últimas. Su propuesta el psicoanálisis lingüístico: “si el inconsciente es la urgencia del pasado olvidado, las palabras tienen su propio inconsciente y pueden ser psicoanalizadas”[1]. Más adelante dice: “cuando aprendemos una lengua asimilamos su inconsciente sin saberlo, trasegamos su biografía secreta, que se aloja en nosotros y nos habita”[2] .

Pero, qué clase de ejemplo puede revelar este inconsciente lingüístico? La palabra que utiliza, y que va a usar como experimento, es el ingenio. Ésta, según el autor, se manifiesta en diversos ámbitos (culturales, artísticos, sociales, etc.) y de manera, aparentemente, contradictorios, debido a sus hermanas de etimología: ingenuidad, ingenuo y genio. “Estas relaciones acaso no aparezcan explícitamente en la conciencia del hablante contemporáneo, pero están vigentes en su inconsciente lingüístico”[3]. Entonces, qué sucede cuando usamos estos adjetivos? “Utilizamos la palabra ingenio o ingeniosidad para calificar sin vacilación algunos fenómenos muy distintos, cuyos rasgos comunes resultan difíciles de discernir”[4]. Aquí es donde me lleva José A. Marina. Es apreciable y aceptable un calificativo a Poe como el de: ingenuo filósofo? Ahí se encuentra un abismo semántico.

José A. Marina nos proporciona su definición de ingenio: “ingenio es el proyecto que elabora la inteligencia para vivir jugando. Su meta es conseguir una libertad desligada, a salvo de la veneración y la norma. Su método, la devaluación generalizada de la realidad”[5]. Más adelante continua: “el ingenio es la rebelión de la inteligencia, que quiere dejar de ser seria, para huir de sus multiplicadas servidumbres (…) Ha estado sometida al ser, a la verdad, a la belleza y a la bondad, es decir, a los cuatro trascendentales metafísicos”[6]. Que bárbaro ¿no? El autor, entonces, va a navegar por diversos espacios de pensamientos filosófico como: Kierkegaard, Sartre, Marcuse, Freud, Nietzsche, etc; para lograr demostrar el ambivalente uso de la palabra ingenio, para así, develar el inconsciente lingüístico que nos habita.

Entonces, dónde aparece el ingenio de Poe, según la definición de ésta? Eureka, un libro publicado en 1849, es el fiel reflejo de las capacidades mentales de este autor, y en este caso, de su ingeniosidad como escritor –si quieres conocer a Poe, allí hay que ir. Cuando se lee este libro, nos pone de manifiesto sus intenciones: proporcionarnos un ideal y una explicación poético-filosófica del Universo, en apariencia fenomenal pero en últimas caótico, recordemos su proposición: en la unidad original del ser primero, esta contenida la causa secundaria de todos los seres, así como el germen de su inevitable destrucción. Además, una majestuosa argumentación filosófica que va de la mano con la física y la astronomía. Al principio de la obra, y para comprender sus intenciones, el mismo Poe lo dice, hay que ponerse de cabeza, pues su osadía –bien merecida- trata de exhibir su inconformidad con la tradición filosófica y con las explicaciones que se han dado sobre el Universo. Una obra a la que hay que recurrir todo espíritu inquieto, pues, en últimas dónde está su ingenio? Cuál es su método? En la devaluación generalizada de la realidad.

Pero por qué esa negatividad frente a la tradición filosófica? Dos cosas fundamentales. La primera, en Eureka aparece al principio de sus páginas una herramienta narrativa que demuestra la posición de Poe frente a la filosofía: habla una persona de origen remoto acerca de cómo comprendíamos la realidad y el Universo, habla con una ironía tan despectiva que parece que nuestros conocimientos hoy en día estuvieran fundados en unas bases estériles y desproporcionadas, pues arremete contra Aristóteles – y de que manera- y sus posteriores seguidores, atribuyendo a la inducción y a la deducción métodos que imposibilitan el acceso al conocimiento. “…el juego, el ingenio, realizan la misma función que Kierkegaard atribuía a la ironía: liberan la subjetividad e incitan a la inconsecuencia”[7]. En segunda instancia, a través de toda la narración vamos a encontrar que su argumentación está basada en la intuición, utiliza esta palabra frecuentemente, como una forma de pensamiento y adquisición de conocimiento por fuera de las vías inductivas y deductivas traídas por la tradición. Junto con Poe, está un filósofo pragmatista, Charles Sanders Peirce, quien funda este tipo de pesquisas como la abducción. La abducción, entonces, es: “una hipótesis, una corazonada, una conjetura, un pálpito, una intuición, no mística sino instintiva. Es la forma más innovadora del pensamiento”[8]. A lo cual: “es una sospecha muy falible que surge de la conciencia y está determinada por la naturaleza”[9]. Así pues, se presenta y se manifiesta el pensamiento de Poe frente a una tradición que está en deuda.

La belleza, la obscuridad, la muerte, la vida, y muchas cosas más, hacen parte de los atributos narrativos más ingeniosos en la historia de la filosofía y de la literatura universal. Recuerdo la primera vez que leí el pozo y el péndulo, leí con una niebla atravesada delante de mis ojos, leí a oscuras. Así empieza Poe a leernos, a enseñarnos y a escrutar hasta nuestras propias creencias y valores. Fácilmente nos invita a un mar de pensamientos en el cual no hemos acabado de nadar, o mejor, ya estamos tan al fondo que es imposible flotar hacia la realidad.

Un día como hoy se conmemora los doscientos años del natalicio de este difamado, ebrio, drogadicto, lujurioso y morboso escritor, y un día como hoy, el que escribe aquí, siente el placer de haber aprendido a sondear sus pensamientos tan complejos que son. Ahora sí, puedo corregir: …Eureka representa, con su conmovedora ingeniosidad filosófica, el anhelo de una optimista concepción de la vida.


“Caminamos al través de los destinos de nuestra existencia mundana, rodeados de recuerdos, empañados, pero siempre presentes, de un destino más amplio, que se remonta lejos, muy lejos, en el pasado y que es infinitamente grave.
La juventud que vivimos, está particularmente asediada por tales sueños, que nunca, sin embargo, tomamos por sueños, sino que los reconocemos como recuerdos. Durante nuestra juventud, hacemos con bastante claridad la distinción para engañarnos por un solo instante”[10]

[1] Marina, José Antonio. Elogio y refutación del ingenio. Introducción. Ed: Anagrama. Barcelona. 1996. Págs. 13.
[2] Ibíd., pág. 14.
[3] Ibíd.., pág. 16
[4] Ibíd.., pág. 17
[5] Ibíd.., pág. 23
[6] Ibíd.., pág. 25
[7] Ibíd.., Págs. 36-37.
[8] Imbert, Enrique Anderson. Modernidad y Posmodernidad. Filosofía de la abducción: Pierce y Poe. Torres Agüero Editor. Buenos Aires, Argentina. 1997. Págs. 124-125.
[9] Ibíd.., pág. 126.
[10] Poe Allan, Edgar. Eureka. Editorial: Losada Clásica. Buenos Aires, Argentina. 2004. Pág. 154

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